Aunque no lo parezca, en nuestros hogares existen gran cantidad de juntas entre diferentes materiales. Algunas de ellas suelen aparecer en la unión de las paredes con el techo, los marcos de las puertas y ventanas con la pared o los rodapiés y zócalos con el suelo y los tabiques.
Este tipo de juntas, al estar situadas entre diferentes materiales tiene que soportar temperaturas, vibraciones y presiones diferentes, por lo que es útil utilizar un producto que sea flexible para evitar que se agrieten y dejen de realizar su función de sellado.
Tanto si quieres reparar tus viejas juntas como si pretendes colocar nuevas (lo que por cierto, en el caso de las puertas y ventanas es una muy buena forma de mejorar el aislamiento de tu casa), te vamos a explicar cómo puedes hacerlo.
Para empezar, si es el caso, elimina los restos mal adheridos de producto anterior. Tan solo arrastra una espátula de lado y deshazte de las malas uniones de material antiguo. Así garantizaremos un fijado perfecto del nuevo producto.
A continuación necesitaremos una pistola con boquilla, fácil de encontrar en cualquier ferretería o centro de bricolaje. Desenroscamos la tapa de la pistola e introducimos el envase de masilla lista al uso especialmente diseñada para este propósito.
Seguidamente cortamos el extremo del envase y cerramos la tapa de la pistola. Al presionar el gatillo notaremos que comienza a fluir la pasta. Aplícala directamente sobre la junta a rellenar.
Asegúrate de que el producto entra en contacto con ambos materiales. Puedes extenderlo bien con una espátula o con tu mismo dedo.
Una sola aplicación basta para sellar la zona. Además puedes utilizarlo tanto en exteriores como en interiores.
¡Ya está! ¿Fácil, verdad?.
