Cuánto nos gusta la madera en todas sus formas y en cualquier lugar. Ya sea en suelos, muebles, paredes, ¡o incluso en techos!, la madera siempre queda bien. Hoy os traemos un truco con el que podéis conseguir un acabado muy atractivo, más natural, a las superficies de madera. Es un truco que vale incluso para recuperar la madera oculta bajo capas de pintura. Se trata del cepillado al alambre.
Como sabéis, la veta de la madera no es más que la imagen de los anillos del árbol, y formará distintos diseños dependiendo de si se ha llevado a cabo un corte transversal, radial o tangencial. En cualquier caso, tanto la veta como los nudos están compuestos de fibras de mayor dureza que la madera que hay a su alrededor, y esta es una propiedad de la que nos vamos a valer en el cepillado al alambre.
El cepillado al alambre consiste en repasar una superficie de madera con un cepillo de cerdas metálicas, de manera que la veta y los nudos, al ser más duros, se desgastan menos que la madera circundante. Se consigue así una superficie estriada, formada por crestas y valles, que resulta muy atractiva. Al ser un tratamiento abrasivo, con un cepillado al alambre también podemos, como ya hemos dicho, retirar pintura antigua a la vez que conseguimos este acabado tan particular.
Para cepillar al alambre podemos utilizar un cepillo manual de cerdas metálicas, pero lo más sencillo es utilizar un cepillo de disco para taladro. De la presión que ejerzamos dependerá que el efecto sea más o menos marcado. Sólo hay que tener en cuenta dos cosas:
- El cepillado debe hacerse en el sentido de la veta (de otra forma la partiríamos)
- El resultado es mejor con maderas duras (haya, roble, nogal…) que con maderas blandas, que además presentan menos veta (pino, abeto, abedul, chopo…)
Una vez que hayamos terminado de cepillar la madera, retiraremos todas las virutas y el serrín (un secador de pelo viene muy bien en este caso) y aplicaremos un barniz o una cera protectora... ¡y listo! ¿Qué os parece el resultado?