Hace algún tiempo os dimos algunos trucos para crear diferentes efectos visuales con la pintura de las paredes. Hoy vamos a hablar sobre algo que ocurre muy a menudo cuando decidimos dar algo de color a una estancia: la decepción de comprobar que el color que habíamos escogido para nuestras paredes no queda como lo habíamos imaginado.
Escoger un color para nuestras paredes no suele ser un proceso corto. A menudo pasamos horas en un mar de dudas, revisando la paleta de color, cambiando constantemente de opinión. Una paleta de color moderna es capaz de poner en un aprieto al más decidido; incluso aunque tengamos más o menos claro qué tipo de color buscamos, en cuanto abrimos un libro de muestras descubriremos que hay que hilar muy fino para decidirse entre las decenas de tonos que hay de cada color.
Y sin embargo, después de tanto pensarlo, no es raro que nos arrepintamos de nuestra elección después de haber aplicado un par de manos de pintura. Eso es debido a que la forma en la que percibimos los colores depende de muchas cosas.
Observa la siguiente foto:
Ambos cuadrados parecen del mismo tono de color verde ¿verdad? Pues lo cierto es que se trata de dos colores bien distintos, como puedes apreciar en la siguiente imagen:
Esto ocurre porque el cuadrado verde de la izquierda está rodeado de tonos más claros que el de la derecha.
De la misma manera, la luz que incide sobre un entorno hará que percibamos un determinado color de una forma u otra. Este es un efecto bien conocido por todo aquel que se haya probado ropa en el cambiador de una tienda. En definitiva, el color no es más que una manifestación de la luz y, por lo tanto, lo percibiremos de manera distinta en función de la luz que incide sobre él.
Entonces ¿cómo podemos asegurarnos del que el color que escojamos encajará con lo que nos hemos imaginado? Ahí van unos consejos.
01 La paleta de color es orientativa.
Puede parecer una afirmación arriesgada, porque de hecho la paleta de color es una representación exacta de la pintura que ofrece el fabricante, pero en ellas todos los colores aparecen muy juntos como para que podamos discriminarlos y, además, se trata de muestras muy reducidas en tamaño. Así pues, está bien que utilices la paleta de color para hacer una preselección de dos o tres colores que te gusten, pero para asegurarte tendrás que ir más allá.
02 Ten en cuenta el mobiliario y la decoración
Al hacer la preselección considera cómo influirán el mobiliario y la decoración en la manera en la que percibas el color que has escogido. Si hay grandes volúmenes de tonos vivos (armarios, cuadros grandes, estanterías, sofás) escoge un tono algo más oscuro. Si por el contrario el mobiliario es muy luminoso, la corrección será hacia tonos más claros. No se trata, por tanto, de compensar lo oscuro con lo claro y viceversa, sino de mantener la relación de contraste. Ahora bien, si la pared está exenta de decoración o muebles, el color que te gusta debería verlo tal cual una vez aplicado.
03 Pide muestras
Es algo que no solemos hacer, pero muchos proveedores de pintura te ofrecerán muestras si se las pides (y no abusas). Toma dichas muestras y aplícalas sobre las paredes. Piensa, eso sí, que aquí hablamos de tonos. Si de lo que se trata es de dirimir si quedará mejor tu color o el que ha escogido tu pareja, ojo, la pintura que gane deberá cubrir la muestra contraria y eso puede ser problemático si no se aplica una imprimación o una mano de Isolfix Antimanchas.
04 Ten en cuenta la luz
Como ya hemos dicho, la luz determinará cómo percibimos el color, así que trata de mantener la muestra durante un tiempo, para poder verla con luz natural y con la iluminación artificial de la estancia.