A veces, una puerta que ha cerrado perfectamente durante años, deja de hacerlo casi de la noche a la mañana. En realidad raramente es un proceso tan rápido, y si lo es, la solución suele pasar por revistar las bisagras, que puede ser que se hayan aflojado. Pero como decimos, a menudo el problema va creciendo poco a poco, de manera imperceptible, hasta que un día nos damos cuenta de que la puerta no encaja como debería.
Esto se puede producir porque el marco de la puerta se haya movido, de manera que ya no está perfectamente escuadrado, o bien porque la propia puerta haya absorbido humedad. De hecho, puede incluso que en puertas ajustadas al milímetro, ese rozamiento se produzca solamente los días en los que hay más humedad en el ambiente.
De cualquier manera, las solución en estos casos pasa por cepillar o rebajar la puerta. Así es como se hace:
01 Localiza el punto de roce
A veces el punto en el que la puerta roza es fácilmente localizable. La zona en la que esto ocurre más habitualmente es la parte inferior, pero también puede que sea en la superior.
Un buen truco consiste en colocar cinta de carrocero en el marco de la puerta y aplicar alguna pintura de cera sobre ella (algo que sea fácilmente lavable). A continuación cerramos la puerta y la volvemos a abrir para ver en qué punto la pintura ha pasado a la hoja de la puerta.
En cualquier caso, cuando localicemos el punto de roce es recomendable marcar con un lápiz cuánto vamos a rebajar la puerta.
02 Desmonta la puerta (o no)
Si el punto de roce se encuentra en la parte inferior de la puerta, no te quedará otro remedio que desmontarla para rebajarla o lijarla. Hazlo abriéndola por completo y tirando de ella hacia arriba.
En cambio, si la zona de contacto está en el lateral o en la parte superior, puedes trabajar sobre ella simplemente abriendo la puerta.
03 Rebaja y lija
Si tenemos la suerte contar con puertas de macera maciza, podemos rebajar y lijar en la zona que nos interese sin límite.
En cambio, si nuestra puerta es de aglomerado o hueca, habrá un punto en el que superemos el grosor del canto y haya que reponerlo. En el caso de las puertas huecas más baratas, a menudo la parte superior ni siquiera viene canteada, pues al fin y al cabo no se ve. Sin embargo, esa parte descubierta facilita que la hoja de la puerta absorba humedad y se hinche.
En cualquier caso, tengamos que reponer el canto o no, ha llegado la hora de rebajar y lijar hasta la zona que hayamos marcado. Cuando lleguemos a ella terminaremos siempre haciendo un lijado ligero para conseguir un canto suave.
04 Sella la zona
Después de hacer el rebaje volveremos a montar la puerta, si es que ha sido necesario desmontarla, y comprobaremos que el rebaje ha sido suficiente. Sin embargo, antes de dar el trabajo por terminado nosotros os recomendamos que apliquéis un sellador para evitar que la madera pueda absorber humedad por esa zona en la que hemos dejado el poro abierto. Este sellador puede ser una laca o un barniz, dependiendo del tipo de puerta de que se trate.
Como se ve, no se trata de un trabajo excesivamente complicado y, teniendo en cuenta lo molesto que es que una puerta no encaje bien, desde luego compensa.