Desde San Sebastián nos llega este proyecto llevado a cabo por Jon, un seguidor de Bricopared que ya ha compartido con nosotros algún trabajo anterior. Este proyecto es, según sus propias palabras, un “hijo del confinamiento”. Así nos lo cuenta él con mucho humor.
“Tengo la suerte de tener algo de terreno, y la mala fortuna de que la mayor parte de ese terreno, por no decir todo, tiene un desnivel que si te caes te puedes hacer una avería. Hace unos años allané una parte y monté una terraza de la que quedé muy orgulloso y también muy convencido de que no volvería a empuñar una azada.
Pero estos últimos meses confinados nos han hecho darnos cuenta del potencial desaprovechado de ese espacio. Al final, en previsión de un verano que se preve raro nos decidimos a allanar un pequeño espacio contiguo a la terraza para montar una pequeña piscina donde pudiera jugar la cría (que no existía cuando me prometí no volver a coger la azada, claro).
Empecé moviendo tierra de un lado a otro, pero enseguida me di cuenta de que una de las bajantes del canalón del tejado va a dar a esa parte del terreno, de manera que la tierra que pusiera ahí no tardaría en desaparecer monte abajo con las primeras lluvias. Así que tocaba hacer una contención.
Comencé cavado y haciendo una serie de encofrados sin mucho fundamento, porque no quería gastar mucho dinero en esto. El resultado no fue muy elegante, salta a la vista, pero cumpliría su función.
Sobre estos cimientos coloqué bloque de hormigón para hacer una contención. Como no soy ningún experto en estos temas, además de pegarlos con buena cantidad de material después los rellené en parte con hormigón. Además, antes de pegarlos los coloqué todos en su sitio para asegurarme de disponerlos de la manera correcta. Inseguridad de novato, supongo. Eso es lo que se ve en la siguiente foto.
Después tapé los bloques. En una parte más alta de la parcelilla utilicé ladrillos dobles, porque apenas necesitaba ganar algo de altura.
Mi idea a continuación era rellenar esa contención con hormigón, pero antes de ir a comprar unos cuantos sacos me dio por calcular cuántos me harían falta. El resultado fueron ¡76 sacos de 25 kilos para una capa de apenas 10 centímetros de grosor! Casi dos toneladas para una capa que, si no la asentaba sobre grava y no la armaba con forjado, probablemente se partiría al colocar la piscina (son 1.600 litros). Así que descartado.
Mi siguiente opción fue allanar el terreno todo lo que pudiera y después verter arena/grava para colocar césped artificial. Estuve calculando y aquí también me salió que iba a necesitar un mínimo de 1.000 kilos, pero al menos me ahorraría tener que mezclarlos y amasarlos. Así que dicho y hecho. Por apenas 60 euros compré un palé de 56 sacos de grava de 25 kilos. Eso sí, como la grava no iba a impedir que la maleza siguiera creciendo y se abriera camino, antes de nada tuve que poner una malla antihierbas en el hueco.
A continuación, sí, coloqué la grava. Una vez más dispuse los sacos en su sitio antes de abrirlos, pero esta vez no fue por inseguridad, sino para mover la menor cantidad de grava posible de un lado para otro más adelante.
Y fue una buena idea porque una vez abiertos los sacos, apenas tuve que hacer nada más sque empezar a allanar la superfie.
Pero enseguida me di cuenta del error que había supuesto comprar grava en lugar de gravilla o mezcla gravilla/arena, porque la grava no asienta bien, es demasiado gruesa y se mueve bastante al pisar. Fue un pequeño error de 1.300 kilos, pero no era demasiado grave. Una vez allanada la grava y asentada lo mejor que pudimos, la regamos para limpiarla de polvo, que traía mucho y, por último, cortamos el césped artificial para colocarlo en su sitio. En la foto no se ven las tapetas del lado derecho, que entonces aún no estaban colocadas. Lo que sí se ven son los ladrillos que utilicé en la parte alta, justo en la parte inferior derecha de la imagen. Esos ladrillos, ahora, están cubiertos.
El resultado ha sido mejor de lo que yo me esperaba. De lo qu emenos satisfecho he quedado es del remate que he dejado junto al árbol, pero hay quien opina que hace bonito. El caso es que la piscina ya está montada (no pongo fotos porque se ve la marca por todas partes) y de momento no he visto ninguna señal de estrés en la contención. Además, desde que la hemos terminado ha llovido unas cuantas veces y el agua drena y evacúa perfectamente por dos escapes que dejé abiertos en los cimientos. Eso sí ¡ahora sí que sí, prometo no volver a coger una azada!”
Desde Bricopared nos atrevemos a decir que eso sería una pena, porque esperamos más trabjos suyos.
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